Desafíos de las apps de salud
Salud móvil: imprescindible en la sostenibilidad de los sistemas sanitarios
Fomentan el empoderamiento del paciente, incentivan la adopción de hábitos saludables, facilitan la búsqueda de información, el almacenamiento de datos y la realización de gestiones, monitorizan parámetros físicos, ayudan en la detección precoz de enfermedades, permiten el seguimiento de enfermedades crónicas… son algunos de los puntos en los que descansa el éxito de las más de 100.000 aplicaciones móviles de salud que existen en el mercado.
Las aplicaciones móviles de salud están llamadas a convertirse en una herramienta estratégica en la calidad de la asistencia sanitaria y la sostenibilidad de los sistemas sanitarios. Según el Informe 50 Mejores Apps de Salud en Español elaborado por The App Date, en 2017, si la Unión Europea se sumergiera de lleno en la salud móvil se podrían llegar a ahorrar 99.000 millones de euros en costes sanitarios, lo que añadiría 93.000 millones de PIB. El uso de la mhealth podría reducir el coste sanitario per cápita un 18 por ciento y en un 35 por ciento en el caso de pacientes con enfermedades crónicas, según datos de la Sociedad de la Información en España de la Fundación Telefónica. Además, se estima que casi 10 millones de europeos podrían tener acceso a un diagnóstico precoz con el uso de las tecnologías móviles.
Nadie duda de que los dispositivos móviles constituyen una oportunidad para los proveedores de atención sanitaria y para la población en general. Las nuevas tecnologías de la comunicación y la información han extinguido la figura del profesional sanitario paternalista. Gracias primero a Internet y ahora a la proliferación de smarthphones y tablets se ha democratizado el acceso a la información de salud generando una mayor implicación de los individuos en su autocuidado, tanto desde la perspectiva de la medicina preventiva como de la medicina curativa. El 30 por ciento de las aplicaciones móviles de salud están dirigidas a los profesionales y pacientes y el 70 por ciento restante a la población en general. Si bien, se trata de un servicio cada vez más demandado por los pacientes, sobre todo por aquellos que presentan enfermedades crónicas. Según un estudio realizado en Estados Unidos en el que han participado más de 2000 pacientes, el 90 por ciento de los participantes preferiría que su médico le prescribiera una aplicación móvil.
Desafíos de la salud móvil
Que las aplicaciones móviles de salud sigan siendo toda una revolución sanitaria pasa por que superen dos de sus mayores retos: la privacidad y seguridad de los datos de los usuarios y la calidad de sus contenidos, ya que en la creación y actualización de muchas de ellas solo participan desarrolladores tecnológicos; cualquier persona puede desarrollar una de estas aplicaciones y publicarla en una app store. Para que se puedan convertir en una herramienta eficaz y eficiente para los profesionales, pacientes y para la población en general es necesario dotarlas de una serie de garantías mínimas para lo cual las autoridades competentes deben legislar al respecto. Es necesario establecer un marco regulador claro.
En Europa el primer país en regular este tipo de aplicaciones ha sido Gran Bretaña, aunque no con demasiada profundidad. La guía del Colegio de Médicos de Gran Bretaña y la Agencia Reguladora del Medicamento indican que los médicos solo podrán prescribir Apps que dispongan de la marca oficial CE.
En España, Andalucía fue la primera autonomía en poner en marcha un sistema de certificación para evaluar la calidad y seguridad de las aplicaciones móviles de salud a través de la Agencia de Calidad Sanitaria de Andalucía. Como resultado, en 2012, publicó la Guía de Recomendaciones para el Diseño y la Evaluación de Aplicaciones Móviles de Salud; y un año más tarde, en 2013, puso en marcha el proyecto Distintivo AppSaluable. Este fue el primer distintivo en español para reconocer la calidad y seguridad de las apps de salud.
Apps de salud: ¿productos sanitarios?
Si estas aplicaciones almacenan datos que posteriormente son analizados por profesionales sanitarios para ofrecer un beneficio al paciente y la finalidad de la aplicación coincide con los fines incluidos en la definición de producto sanitario, establecida en la Directiva 93/42/CEE del Consejo de 14 de junio de 1993, y que corresponden al diagnóstico, prevención, control, tratamiento o alivio de una enfermedad; diagnóstico, control, tratamiento, alivio o compensación de una lesión o de una deficiencia; investigación, sustitución o modificación de la anatomía o de un proceso fisiológico; regulación de la concepción, deberían ser consideradas productos sanitarios, por lo que todavía enfatiza más la necesidad de un marco legal. ¿Para cuando una regulación sobre las apps de salud?